¿Desde cuando un embrión es un ser humano?

Lo siguiente me lo mandó un camarada por mail, se tratá del fragmento de un artículo del escritor colombiano Pablo Emilio Obando.

Al respecto se hace necesario retomar pensamientos de los padres de la Iglesia Santo Tomas (siglo XIII) y San Agustín (siglo IV), considerados por múltiples razones los dos teólogos más influyentes en la historia de la teología católica. Para Tomás de Aquino, la mujer era un “hombre fallido” y expresaba sin rubor alguno que “la mujer es bastarda y defectuosa y en consecuencia debe estar sometida al hombre”. Pero referente al aborto, veamos que pensaban estos ilustres teólogos:
San Agustín: “Según la ley cristiana, el aborto no se considera homicidio en fase temprana porque aún no se puede decir que haya un alma viva en un cuerpo que carece de sensaciones…”.
Santo Tomas de Aquino: “El alma no se recibe en el momento de la concepción, sino mucho más tarde”; “La infusión del alma se produce a los 40 días si el feto es varón y a los 80 días si va a ser niña…”. Averigüe usted las razones por las cuales este padre de la iglesia dictaminaba que el alma de los niños se produce a los 40 días y el alma de las niñas a los 80 días.

Las ideas y pensamientos de los ilustres Santo Tomas Y San Agustín fueron aceptadas en el Concilio de Viena en 1311 – 1312. Ahí se aseveró que el aborto era condenable solo después de que el feto estuviese formado.

Como una simple anotación que nos permita entender que los pensamientos religiosos no deben ser seguidos al pie de la letra, recordemos lo que se dictaminó en el mismo Concilio de Viena en 1312 referente a los judíos: “Ningún judío deberá ser admitido en un establecimiento publico de baño, en un mesón, o en una casa de hospedaje para viajeros”; el judío debe ser evitado “como alguien herido de plaga, cuyo aliento es infeccioso, como un peligroso seductor cuya habla alberga el veneno del escepticismo y la incredulidad.”; durante las fiestas cristinas los judíos no deben aparecer en las calles “... dado que su presencia seria una especie de ofensa para el cristianismo”. Pensamientos que durante cientos de años fueron seguidos al pie de la letra por numerosos cristianos, dogmáticos y fundamentalistas, que consideran que la voz de la Iglesia es la Voz de Dios.

Para los nazis constituyó un antecedente que justificó su barbarie y asesinatos en los ghetos judíos o campos de exterminio.

La Iglesia cambia de opinión sobre el aborto en el siglo XVII a raíz de la invención del microscopio por cuanto se pudieron examinar por vez primera los espermatozoides y creyeron que “cada espermatozoide llevaba dentro un hombrecito chiquito que se alimentaba de la sangre menstrual de la madre”, y con el aborto se asesinaba a aquel hombrecito que había logrado alojarse en el ovulo. Sobre los hombros de estas nuevas concepciones a finales del siglo XIX la Iglesia católica abandonó el pensamiento de San Agustín y Santo Tomás. El Papa Pío Nono decretó que “el alma estaba presente desde el momento mismo de la concepción”. Y arrojó excomuniones contra quien dijera lo contrario. Ni la Biblia ni el mítico Jesús pronuncian una sola palabra sobre el aborto, mucho menos lo condenan. La única narración al aborto en todos los libros de la Biblia tiene solamente un contenido legal-judicial, no un implícito moral: Si unos hombres, durante una pelea, golpean a una mujer embarazada provocándole un aborto, sin que muera la mujer, serán multados según lo que imponga el marido ante los jueces. Si la mujer muere, pagarán vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano pie por pie, quemaduras por quemaduras, herida por herida, golpe por golpe (Éxodo 21,22-25).

La ciencia es más clara al respecto del aborto. Científicos como Carl Sagan, conocido ampliamente en el mundo por su serie Cosmos, expresa que “En las primeras doce semanas no se puede hablar de un ser humano porque todavía no están establecidas las conexiones cerebrales que son las que nos hacen humanos…”. Concepto ampliamente ratificado por la ciencia y los científicos modernos.

De El Alma podemos decir que es un simple pensamiento religioso, una creencia de un grupo de seres humanos que nadie ha podido comprobar. Es un simple acto de fe. Y en aras de ese acto de fe no podemos condenar a cientos y miles de mujeres a una muerte inexorable al practicarse un aborto en condiciones brutales y sanguinarias como lo deben realizar en Colombia más de cuatrocientas mil mujeres. Los seguidores de las ideas religiosas deberían fundamentarse más juiciosamente y no esgrimir ideas que nada aportan y que generan culpas y remordimientos en las desventuradas mujeres que caen en sus pruritos doctrinarios.

1 se hicieron patos:

Anónimo dijo...

Lamentable y baja argumentación repleta de falacias, medias verdades y odio a lo cristiano